Esclavos De Amor de María
LA CONSAGRACIÓN A MARÍA COMPLETA NUESTRA OFERTA TOTAL A CRISTO EN UN SUPREMO ACTO DE SUMISIÓN
Queremos manifestar nuestro amor y agradecimiento a la Santísima Virgen a la par que obtener su ayuda imprescindible para prolongar la Encarnación en todas las cosas, haciendo un cuarto voto de esclavitud mariana1 según San Luis María de Montfort.
Este cuarto voto que hacemos, junto a los de castidad, pobreza y obediencia, implica una total entrega a María para servir mejor a Jesucristo. Por ello implica un doble aspecto:
Materna esclavitud de amor
Marianizar la vida
En segundo lugar, hay que hacer todo con María, en lo cual se expresa la compañía y el modelo que debe guiar “todas nuestras intenciones, acciones y operaciones”8, puesto que Ella es la obra maestra de Dios. Aquí, pues, se nos muestra lo que debemos imitar. Si el Apóstol decía Sed imitadores míos como yo lo soy de Cristo (1 Cor 11,1), ¡con cuánta mayor razón podrá afirmarse esto de la Virgen, en quien ha hecho maravillas el Todopoderoso, cuyo Nombre es santo!9. “Mientras que la Iglesia en la Santísima Virgen ya llegó a la perfección, por lo que se presenta sin mancha ni arruga, los fieles… levantan sus ojos hacia María, que brilla ante toda la comunidad de los elegidos como modelo de virtudes”10.
En tercer lugar, es necesario obrar en María, vale decir, en íntima unión con Ella, y con esto se muestra la permanencia y unidad que ha de darse entre el consagrado y la Madre de Dios. El que ama está en el amante: tal es la propiedad del amor ardiente, que tiende de suyo a una mutua compenetración, cada vez más profunda y más sólida. De este modo se imita al Verbo Encarnado, que quiso venir al mundo y habitar en el seno de María durante nueve meses, y se hace efectivo su mandato y donación póstuma: Dijo al discípulo: He aquí a tu Madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa (Jn 19,27).
Todo fiel esclavo de Jesús en María debe, por tanto, invocarla, saludarla, pensar en Ella, hablar de Ella, honrarla, glorificarla, recomendarse a Ella, gozar y sufrir con Ella, trabajar, orar y descansar con Ella y, en fin, desear vivir siempre por Jesús y por María, con Jesús y con María, en Jesús y en María, para Jesús y para María.
1 Contituciones NN 17, 82-89.
2 Tratado de la Verdadera devoción a María Santísima de San Luis María, NN 70, 72.
3 Cf. Gal 3,27.
4 Speculum Beatae Mariae Virginis, lect. III, N 5.
5 Citado por André Frossard en No tengáis miedo, Ed. Plaza y Janes, Barcelona 1982, p. 131-132.
6 Cf. Tratado de la Verdadera devoción a María Santísima de San Luis María, NN 121-125.
7 Ibidem, N 47.
8 Cf. Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola, N 46.
9 Cf. Lc 1,49.
10 Lumen Gentium, N 65.
11 Tratado de la Verdadera devoción a María Santísima de San Luis María, N 265.